«Nacho Gabrielli gasta apellido de piloto de fórmula uno y unas barbas desmadejadas, como de cazador de caimanes perdido en algún lodazal de Los Cayos. En 1976 su alma de arcabucero napolitano apareció en Málaga transmutada en fotógrafo, ahí es nada.  Gabrielli bien podría haberse dedicado al destilado ilegal de whiskey –algo de eso hay, en realidad- o a la mecánica cuántica, a saber. La cosa es que, al paso de los años, este autor inquieto vino a decidirse por el mundo loco de la fotografía, dando luz, gota a gota, foto a foto, a una de las miradas más interesantes del panorama actual de nuestro sur fotográfico.

Meláncolica, brumosa, crepuscular, peterseniana… la fotografía de Gabrielli combate sin tregua las oscuras aguas de una negritud turbadora y atrapante, una penumbra alucinatoria y lisérgica en la que la luz apenas escapa, con tímidos fogonazos, a la succión  cavernaria que reclama con sus fatales garras, con sus cantos de sirena, la atención del espectador soñador que somos. Y así, fascinados, nos dejamos envolver por este mundo de nocturnidad, por este pasillo de sombras y disparos, en el que apenas si se adivina, bien al fondo, la falsa salida de un tragaluz velado por el polvo de los tiempos.» Ricky Dávila

Lo que acabáis de leer, escrito por el comisario de la muestra, sería imposible de mejorar para definir a Gabrielli y su obra, de modo que el relato que viene a continuación solo pretende documentar nuestra experiencia en un intenso fin de semana que nos supo a poco:

Hace solo una semana que llegaba  a la galería un chico  joven con barbas, una  mochila, una maleta y tres pequeñas cajas  dispuesto a hacer realidad el último proyecto expositivo de la temporada. El es Nacho Gabrielli y su trabajo «Tragaluz» ya es parte de la memoria de las paredes de UFCA.

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Sus necesidades logísticas fueron sencillas: Un cubo, un mocho de escoba, una escalera y algo para remover el engrudo. Así comenzó esta maravillosa aventura que hoy podemos visitar en la galería y de la que os pasamos es te álbum de imágenes de cómo empezó todo.

El encuentro con el público .

Los boxes de nuestros amigos de Alcultura han servido de nuevo para escenificar el encuentro con el público antes de la inauguración. Una proyección y una charla donde repasó su trayectoria y filosofía, donde también surgieron  continuas referencias a Ricky Dávila, comisario de la muestra. A la charla también se incorporó Alberto Galán que junto a Nacho crearon un constante dialogo que el público  disfrutó.

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Inauguración de la exposición

Sabíamos de antemano que el público no quedaría indiferente ante el espectáculo visual creado por Nacho Gabrielli. Los murales y el color negro sobre rojo impresionan, las piezas perfectamente dispuestas a distintas alturas sobre el blanco de las paredes y los «graffitis». Nunca había visto un caso más limpio y ordenado.

No cabe duda alguna que la galería vuelve a cumplir los sueños de quienes la interpretan, convirtiéndose en un lienzo  irrepetible que nos fascina.

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El taller.

El fotolibro y la autoedición, ahora tan de moda son elementos que Nacho maneja con maestria desde sus comienzos de modo que el taller ha supuesto una experiencia muy enriquecedora para sus alumnos que no solo recibieron formación en ese sentido  sino que les ayudó a editar sus propios trabajos  y les inculcó a manipularlos  para lograr un arte final atractivo y personal.